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Gestión cultural

La cultura como bien común puesto a disposición de la ciudadanía es un resultado del estado de bienestar. Su gestión se ha hecho necesaria, pero se incorporó con retraso a las políticas públicas y a las estrategias privadas, por lo que su normalización no ha sido completa. Ante los retos de la mundialización y el neoliberalismo la gestión cultural es un campo profesional abierto a reflexión sobre su praxis y sus objetivos.

Manual Atalaya. Apoyo a la Gestión Cultural

Vivimos tiempos de cambio social, y si bien en España muchos entienden la cultura como un negocio, con un sistema vertical de gestión de contenidos donde el público tiene poco o nada que decir, eso esta cambiando. Hace ya tiempo empezó a hablarse de nuevos modelos de gestión, pero actualmente se está demostrando que estos modelos son viables en el tiempo. La Tabakalera en Donostia, o ZAWP en Bilbao con dos ejemplos, y fruto de sus experiencias acaban de publicar ‘Decálogo de prácticas culturales de código abierto, donde recogen lo aprendido durante su experiencia en el mundo de la gestión cultural participativa

Estrategias de gestión

Hacia una gestión horizontal de la cultura. Bernardo Gutierrez

Hacia una gestión horizontal de la cultura. María Ptkq.

El modelo de gestión cultural más común es de carácter vertical, con una distribución muy clara de tareas. Al artista le corresponde la parte creativa de pensar y concebir la idea; a los gestores y mediadores les corresponde la ejecución de esa idea; a las instituciones o entidades privadas asumen la financiación (y en ocasiones también la realización del proyecto); y al público, situado en la última fase del proceso, le corresponde recibir el proyecto finalizado en calidad de destinatario o consumidor. En este modelo, las comunidades sólo intervienen puntualmente, colaborando en alguna de estas fases, normalmente en la de recepción o difusión

Por el contrario, el modelo de gestión horizontal es aquel que incorpora a las comunidades de una manera orgánica en todas las fases del proceso, desde la ideación hasta la realización pasando por la financiación, la comunicación y la producción. Hablamos de comunidades en un sentido amplio y heterogeneo, incluyendo tanto personas individuales como grupos definidos que se incorporan a la vida del proyecto con diferentes grados de implicación e intensidad. En este tipo de modelos, la gestión se transforma en auto-gestión colectiva, no hay autorías definidas ni distinción entre artistas, productores y público.

Bernardo Gutierrez, Hacia una gestión horizontal de la cultura